A iniciativas que, como el acceso abierto de las publicaciones científicas o el movimiento open data, que promueven la apertura de la información, se suma el data sharing, que trata de compartir en acceso abierto los datos fruto de las investigaciones científicas para que puedan ser reutilizados por otros investigadores, según explican Daniel Torres-Salinas, Nicolás Robinson-García y Álvaro Cabezas-Clavijo en el último número de El profesional de la información [1].
Si bien algunos investigadores publican en sus sitios web los datos recabados en sus investigaciones o los comparten con otros colegas, el data sharing encuentra en los bancos de datos (data banks) la forma idónea y, si bien se trata de una solución que conlleva un alto coste y requiere de políticas de apoyo, tiene también evidentes ventajas, como una mayor transparencia, la posibilidad de realizar nuevos estudios y, por lo tanto, el mayor rendimiento de los presupuestos en investigación.
Desde el punto de vista de los profesionales de la información, el data sharing abre la puerta a nuevos roles profesionales. Según explican los autores, no solo tenemos la oportunidad de promover el almacenamiento y compartición de datos, de coordinar iniciativas para la elaboración de directrices y de ofrecer a los investigadores servicios de gestión de datos (campus data management), sino también de ejercer de curadores de contenidos, un papel que parece estar atrayendo el interés de los profesionales últimamente.
Natalia Arroyo-Vázquez
Equipo de redacción de El profesional de la información
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[1] http://www.