¿Les suena el mediático caso de Reinhardt y Rogoff? Pues bien, gracias a los datos de investigación un estudiante de doctorado fue capaz de demostrar los errores en los resultados publicados por estos dos reputados economistas y de rebatir, nada más y nada menos, las políticas de reducción de la deuda pública y los recortes en la zona Euro. Es evidente que sin el acceso a los datos de investigación este grave error se hubiera perpetuado.
La irrupción del movimiento de acceso abierto ha puesto de relieve la necesidad de preservar y difundir los datos digitales de investigación. Su gestión es actualmente insuficiente a nivel nacional e internacional, a pesar de que resultan de vital importancia para la comunidad científica y la sociedad, pues se corre el riesgo de perderlos. Algunas plataformas —repositorios y editores de revistas, entre otros— comienzan a hacer un hueco a este tipo de datos, que permiten contrastar la veracidad de las investigaciones y construir nuevos resultados.
«Las bibliotecas pueden asumir una importante labor en la preservación, pues están especializadas en conocer las fuentes de información digital y los métodos y estándares para su almacenamiento y conservación.» Así opinan Luis-Millán González, Tomás Saorín, Antonia Ferrer-Sapena, Rafael Aleixandre-Benavent y Fernanda Peset en un artículo publicado en el último número de El Profesional de la Información. Desde su punto de vista, los profesionales de las bibliotecas de investigación pueden asumir los papeles de data manager y data curator, tan necesarios para la preservación de los datos de investigación.
Tomemos nota de estos nuevos roles profesionales y sigamos muy de cerca este campo, cuyos brotes veremos crecer en los próximos años.
Natalia Arroyo-Vázquez
Equipo de redacción de El profesional de la información
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